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Empresa, universidad y competencias. Propuesta de un modelo sistémico
Ing.
Martín Durán García
Universidad Simón Bolívar. Departamento de Tecnología Industrial Emilse Durán Aponte Universidad Simón Bolívar. Departamento de Formación General y Ciencias Básicas Resumen Esta es una reflexión preliminar acerca de la relación entre la empresa, la universidad y la formación basada en competencias, desde una perspectiva sistémica. De esta relación surge una propuesta de modelo sistémico para la transferencia de competencias compuesto de indicadores de gestión, que al ser aplicados a cualquier dependencia universitaria, permitirán viabilizar el proceso de vinculación universidad-sector productivo. El modelo plantea que los conocimientos adquiridos durante la educación formal y no formal puedan ser transferidos al sector productivo, adaptarlos, reutilizarlos, mejorarlos y transformarlos en nuevas competencias, fortaleciendo la posibilidad de formar profesionales acordes con las demandas actuales. Esta primera fase de la investigación se enfoca en presentar el modelo sistémico, y se convierte en el punto de partida para el inicio de una segunda fase donde el modelo propuesto será validado en varias etapas, la primera de ellas a través de una evaluación simulada por expertos relacionados con la temática. La vinculación universidad, empresa y competencias hace posible pensar en un modelo de formación dinámico y cambiante, con posibilidades de adaptarse al contexto educativo, social y empresarial en el que se dé, pero no representa una fórmula mágica de éxito para el desarrollo económico y social de las naciones, sino una manera integral y sistémica de educar y formar el capital humano
Company, university and competences. The proposal of a systematic model Abstract This is a preliminary reflection on the relationship between companies, universities and skills-based training, from a systemic perspective. This relationship arises a proposed systemic model for devolution of management indicators compound which, when applied to any university unit, will make possible the process of university-productive sector. The model suggests that the knowledge acquired during formal and informal education can be transferred to the productive sector, adapt, reuse, upgrade and transform them into new skills, strengthening the possibility of training professionals in line with current demands. This first phase of the present research focuses on the systemic model, and becomes the starting point for initiating a second phase where the proposed model will be validated at several stages, the first one through a simulated assessment experts in related fields. Linking university, business and skills makes it possible to think of a training model dynamic and changing, with the possibility of adapting the educational, social and business which is given but not a magic formula for success in social and economic development nations, but a comprehensive and systemic way to educate and train human capital.
1. Introducción La sociedad actual exige de la educación universitaria la formación de profesionales de manera integral, que puedan desempeñarse efectivamente a nivel profesional ante las exigencias de un puesto de trabajo, y puedan responder a las demandas que su entorno les impone. Estas demandas han evolucionado con el tiempo; anteriormente el mercado de trabajo exigía profesionales capacitados para ocupar puestos de trabajo, en la actualidad este mismo mercado está exigiendo no solo capacidades sino competencias y esas competencias deben ser el producto de la integración de factores internos y contextuales, que le otorgan el carácter sistémico que las fundamenta, finalizando en la transferencia de éstas del sector educativo al sector productivo y viceversa. Ante esta realidad, la universidad debe centrarse en la formación por competencias de sus futuros egresados, tomando en cuenta las actuales demandas de las organizaciones y su entorno, y aunque cada uno posee características particulares y propias del sector productivo y momento histórico al que pertenecen, en general toda organización espera la configuración de competencias profesionales con aquellas de mayor contenido social, que faciliten el trabajo en equipo, la resolución de problemas, la adaptación a diversos ambientes de trabajo y otras características que no se encuentran en el puesto de trabajo, sino en la mente de quien lo ocupa. En este mismo orden de ideas, Camperos, (2008), considera que estas características integran aptitudes, habilidades, actitudes, valores, afectos y sentimientos hacia los saberes científicos, tecnológicos y humanísticos. Las competencias vienen a ser una nueva forma de vincular el sector de la educación con el del trabajo; citando a Camperos (2008: 807), se tiene que éstas hacen resaltar la necesidad de reflexionar sobre lo que se enseña en los centros educativos los cuales deben contribuir a la formación de profesionales: “lo que supone una mutua colaboración entre las instituciones educativas y su entorno, sociedad, Estado, centros y organismos empleadores; e imponen un cambio en el quehacer de la escuela”. Este mismo autor expone que su avance no es sólo producto de la presión del sector económico y laboral, ello ejerció su influencia, pero su difusión actual se debe al aporte de trabajos como el Proyecto Tuning (2007) en el cual trabajó la comunidad Europea y más adelante se traslada a la comunidad Latinoamericana, y el informe DESECO (2002), los cuales emergen como un nuevo reto en las propuestas de formación y diseño curricular. Sin embargo, el modelo de formación basado en competencias requiere de una vinculación estrecha entre las demandas de la sociedad actual, el sector productivo y empresarial y la universidad, y esta se ha convertido en una tarea no fácil para las instituciones universitarias, según lo mencionan Marzo, Pedraja y Rivera (2006); Tobón, (2007); Tejeda y Sánchez, (2009), debido el apego al modelo de enseñanza tradicional, lo cerrado de algunas instituciones universitarias que se sitúan como dueñas del conocimiento, lo dinámico y cambiante de las demandas empresariales, entre otras cosas. Ante este reto, el enfoque sistémico ofrece la posibilidad de relacionar integralmente estos factores de la formación por competencias, pues permite examinar y caracterizar esta dependencia en función de la integración e interrelación de los elementos que lo conforman de cara a las demandas actuales. Luego de una revisión documental exhaustiva y la reflexión crítica orientada a la propuesta de una solución factible para esta problemática, se desprende el propósito de este artículo, el cual es presentar un abordaje preliminar acerca de la relación entre la empresa, la universidad y la formación basada en competencias, desde una perspectiva sistémica, enfatizando en una propuesta de modelo sistémico para la transferencia de competencias que surge de esta reflexión, y se compone de indicadores de gestión, que al ser aplicados a cualquier dependencia universitaria, permitirán viabilizar el proceso de vinculación universidad-sector productivo. 2. Aspectos preliminares El tema de las competencias y la formación centrada en ellas, surge de los esfuerzos organizacionales por gestionar el talento humano a su disposición, evidenciándose con mayor énfasis en el sector de formación universitaria; sin embargo, en los últimos años debido a la posibilidad de aprovechar y optimizar los saberes, dicho tema ha venido a ser objeto de estudio y consideración en la ejecución de los planes de formación universitaria. A pesar de que la educación en todos los niveles se ve caracterizada por innovaciones y actualizaciones continuas, el caso de la formación tradicional universitaria no ha corrido con la misma suerte, pues ha sido cuestionada debido a diversos factores; en primer lugar, la constante generación de cambios en las metodologías y modelos de formación que conduce a improvisaciones, políticas arbitrarias y no integradas, recursos subutilizados, y además: “innovaciones impuestas o adoptadas sin espíritu crítico y superficialmente, sobre una base especialmente fragmentada” Fullan (2002: 174). En segundo lugar se le cuestiona por su notable énfasis en desarrollar capacidades para aprender y en algunos casos memorizar procedimientos y tareas a ser aplicados en el mercado laboral de forma eficiente, rápida y continua, esto posiblemente para dar respuesta a las formas de trabajo requeridas por las organizaciones, desaprovechando otras habilidades susceptibles de ser desarrolladas en el profesional. En tercer lugar, otra de las críticas a la formación tradicional en cuanto a la demanda laboral actual, es mencionada por Escobar (2005), quien afirma que ésta no considera el rol que juegan las experiencias en este proceso, y a su vez resalta la propuesta de la metodología basada en formación por competencias puesto que a partir de una experiencia pueden desarrollarse varias competencias y a su vez, toda competencia puede ser desarrollada mediante experiencias diversas. De tal forma, urge la necesidad de impulsar cambios en la metodología docente, puesto que las competencias demandas por las empresas no han sido totalmente satisfechas, generando una situación deficitaria en la formación de los graduados que es preciso corregir, según Marzo, Pedraja y Riviera (2006). Estos cambios se orientan en la formación por competencias, las cuales, según Cejas (2006), son un recurso primordial para reducir las distancias entre el mundo del trabajo y la educación-formación. Según este autor, para algunas organizaciones formar a sus empleados bajo un enfoque de competencias puede representar una ventaja competitiva, es entonces vital que las instituciones universitarias adopten el sistema de formación basada en competencias de forma tal que se mantengan cónsonas con el mercado laboral actual que recibirá a sus futuros egresados, el cual a su vez determinará en gran medida los elementos a considerar en dicha formación. Esta relación entre el sector educativo y el sector productivo puede ser entendida a través de los elementos que caracterizan el enfoque sistémico, permitiendo una visión amplia y compleja del proceso de transferencia de las competencias. 2.1 Las competencias: aproximación conceptual Para efectos de expresar lo que se entiende por competencias, es importante tener en cuenta que del término existen múltiples concepciones y producto de ello variadas clasificaciones, las cuales resaltan diversas características según la perspectiva que se pretenda abordar; por ejemplo; el proyecto Tuning (2007: 36) define las competencias desde la perspectiva de los resultados de aprendizaje como “un conjunto de capacidades que abarca, que se desarrollan a través de procesos que conducen a la persona responsable a ser competente para realizar múltiples acciones…”. A partir de la definición del concepto de competencia surgen clasificaciones de las mismas: competencias profesionales, vinculadas a cada área de estudio; competencias generales, transversales a las titulaciones, y relacionadas con la formación integral de la persona. Esta definición ha sido considerada en numerosas investigaciones por su funcionalidad y pertinencia en el ámbito educativo universitario. En esta misma perspectiva Camperos (2008: 809) aporta una definición más amplia asignándole el carácter de complejidad y dinamismo que estas poseen, afirmando que son un “complejo entramado de comportamientos que ponen en evidencia la capacidad del profesional para movilizar y conjugar armónicamente sus conocimientos, experiencias, disposiciones, habilidades, actitudes y valores, a fin de abordar, resolver o actuar frente a situaciones del mundo personal, ciudadano, profesional y social”. Por otro lado algunos autores como Sarramona (2005: 201) consideran que “ser competente es más que ser hábil o experto, es ser cada vez más capaz de participar eficazmente y de forma responsable en la vida social, utilizando todos los recursos aprendidos y desarrollados a lo largo de la vida”. Esta definición goza de un carácter integrador, puesto que no sólo se enfoca en el ámbito educativo formal, sino que considera el carácter formativo de las experiencias no formales de aprendizaje y enfatiza en el profesional integral. A esta idea le acompaña Roegiers (2007: 37) quien las define como “un conjunto de capacidades, ejercidas sobre determinados contenidos, en una categoría, clase o familia de situaciones para resolver los problemas que se presentan”. Esta definición encierra dos elementos valiosos: las capacidades o recursos que posee el individuo que pueden ser aprendidos, desarrollados y perfeccionados, y la posibilidad para transferirlos a una situación particular. Así mismo, se tiene que de la integración de las competencias se obtendrá un individuo no sólo capaz de desempeñarse profesionalmente en el área de su interés, sino que a su vez pueda responder ante las demandas que la sociedad le impone (Durán y Aponte, 2009). Es importante mencionar que se asume que el estudiante posee una competencia sólo cuando es capaz de llevarla del ambiente educativo formal o no formal (sector educativo) al ámbito de su vida cotidiana y laboral (sector productivo), proceso que se considera como una trasferencia. Es por estas características que esta última definición es considerada fundamental en la presente reflexión, puesto que el proceso de transferencia certifica que se posee la competencia o no, y esta transferencia se dará en la medida que se integren elementos contextuales e internos entre el sector educativo y el sector laboral. 2.2 Principios sistémicos: aproximación teórica En función de la integración e interrelación de los elementos que conforman la formación por competencias, es necesario abordar algunos principios de la Teoría General de los Sistemas que le confieren el carácter sistémico a este proceso. Durán (2007), basado en los aspectos fundamentales propuestos por Bertalanfy (1991: 10), define sistema como un “conjunto de partes coordinadas e interrelacionadas formando un todo para alcanzar un compendio de objetivos", esta definición a la luz del proceso de formación de las competencias permite enfatizar en los diferentes aspectos que se interrelacionan en dicho proceso, los cuales son a su vez subsistemas con características propias, y juntos contribuyen a lograr que los conocimientos adquiridos durante la educación formal y no formal sean transferidos al sector productivo, puedan ser adaptados, reutilizados, mejorados y transformados en nuevas competencias, integrando a su vez este conocimiento al servicio de las problemáticas sociales, políticas, culturales y éticas, con el fortalecimiento de valores humanos propios para la sensibilización frente a las necesidades sociales. En función del abordaje sistémico, es importante mencionar que en la relación entre el sector productivo y el sector educativo vista a través de la formación basada en competencias, se encuentra la interrelación entre sistemas, subsistemas o sistemas más complejos, lo cual lleva implícita la idea de recursividad, pues las propiedades de éstos son semejantes, (Johansen, 1999), lo cual da la libertad para que ciertos elementos presentes en una dimensión puedan repetirse en otra dimensión. Cada uno se basa en un ciclo de entradas, procesos y salidas, en distintos niveles de entropía, se mueven en función de un objetivo en común, y se adaptan a su entorno, todos ellos aplicables a la formación basada en competencias. Es importante tener en cuenta que cuando una institución universitaria adapta sus planes de estudios a la formación basada en competencias, no se trata de realizar un cambio de “etiquetas”, o ponerle nuevo nombre a las “mismas cosas”, sino que se deben considerar elementos presentes en el ambiente, dictados por el sector económico, pero también tener en cuenta características propias del estudiante y de la generación a la que pertenece, los recursos con los que se cuenta, el ámbito donde se va a desempeñar, los factores relacionados con su formación previa, sus posibilidades de exponerse a experiencias de formación no planificadas o informales, elementos de su personalidad, su vocación, aspectos asociados a la institución universitaria y asociados al contexto y momento histórico que se vive; en fin, no se trata de cambios sin razonamiento, ni por seguir una suerte de moda o corriente actual. Se trata de reducir en la medida de lo posible la brecha o demanda insatisfecha existente entre el sector educativo y el sector productivo. 3. Resultados Propuesta de Modelo Sistémico del Proceso de Transferencia de Competencias En virtud de la complejidad que representa el proceso de formación por competencias, es fundamental establecer un modelo sistémico que permita entender las interrelaciones entre las variables que engloban este proceso, para hacer un mejor análisis del mismo y poder brindar soporte a este tipo de formación. En función de la revisión de la literatura especializada de algunos destacados investigadores en el área de la formación universitaria por competencias (Hennemann y Liefner, 2010; Fortin y Legaut, 2009; Oberst, et. al 2009; Schmal y Ruiz-Tagle, 2009; Tejeda y Sánchez, 2009; Tobón, 2008; Bakx, et al, 2006; Cejas, 2006) y producto de los avances teóricos y empíricos en modelos sistémicos aplicados a otros procesos de transferencia Durán (2007) y Mendoza, Pérez y Griman (2005), y junto a la experiencia propia en la formación de futuros profesionales universitarios, se propone un modelo sistémico de transferencia de competencias que está conformado principalmente por los siguientes elementos: aspectos internos y aspectos contextuales. 3.1 Aspectos Internos Están asociados a los elementos que contribuyen a la construcción de los contenidos curriculares, donde se toma en cuenta qué se enseña, cómo se enseña, y a quién se enseña, de tal forma que aseguren la transferencia de esos contenidos al sector productivo. Entre ellos están: planes de estudio, procesos de enseñanza y aprendizaje, experiencias no formales de aprendizaje, actividades extracurriculares, estilos de aprendizaje, conocimientos previos; todos ellos tienen un carácter interno porque se gestan alrededor de lo que sería la formación de un estudiante universitario. 3.2 Aspectos Contextuales A su vez se tienen los aspectos contextuales del modelo de formación por competencias, los cuales se refieren a elementos del entorno que influyen en los perfiles profesionales, planes de estudio y demandas de formación provenientes del sector productivo, centros de investigación, mercado global, los cuales se interrelacionan con los aspectos internos del modelo para formar un todo integrado que cumpla con las características de un enfoque sistémico. Las características asociadas al modelo sistémico no necesariamente se encuentran de forma exclusiva en cada una de sus dimensiones (cultural, social, demanda productiva, personales, formativa y formación complementaria), al contrario debido al carácter sistémico del modelo pueden encontrarse algunas características en dimensiones asociadas a los aspectos contextuales e internos al mismo tiempo (tabla 1).
Adicionalmente se tiene que la transferencia se da de un sector a otro continuamente; por ejemplo, los programas de investigaciones del sector universitario promueven nuevas formas de producir servicios y productos, los cuales están dirigidos a las organizaciones, y viceversa, lo cual se convierte en una relación recíproca e integral. En la figura 1 se reflejan las características inherentes a cada uno de los aspectos del modelo, donde se observa la interrelación que naturalmente se da entre las mismas. Figura 1. Propuesta de Modelo Sistémico de formación por competencias Una de las mayores ventajas de este modelo tiene que ver con la posibilidad de orientar la educación universitaria hacia la formación de profesionales que puedan responder ante las demandas de su entorno, no se trata de un simple saber hacer, sino que le otorga un carácter de sentido integral y cónsono con la sociedad actual que demanda profesionales capaces de adaptarse a diferentes entornos, bien sea a nivel organizacional o entornos dinámicos entre naciones, o comunidades, realidades económicas en muchos casos impredecibles, y sobre todo con un carácter integrador capaz de contribuir con una sociedad más justa y más equitativa. Ante esto, la configuración de los elementos que componen el modelo sistémico para la trasferencia de competencias permite la planificación de la formación con un objetivo que nace, no sólo del pensamiento académico, sino que dirigido por éste, se nutre de diversos aspectos reales, básicos y actuales, que permiten el desarrollo de contenidos curriculares accesibles y dirigidos a una sociedad con determinadas características, anticipando la formación a los posibles cambios, abriendo un amplio espectro de posibilidades que de otra manera no serían consideradas en los planes de formación tradicional. Adicionalmente, las condiciones de trabajo actual requieren profesionales capacitados para desempeñarse de manera exitosa en los escenarios políticos, económicos y sociales, donde un cambio de residencia o movilización del ambiente laboral sea tan factible como una propuesta de ascenso dentro de la organización, sin que barreras comunicacionales, culturales o sociales se conviertan en un obstáculo para lograrlo Aznar y Ull, (2009). Ya en el puesto de trabajo, Delgado, Acosta y Marval (2009), afirman que es importante conocer el perfil del cargo, no sólo en función de las tareas a realizar, sino también de los aspectos personales, sociales y técnicos inherentes al mismo. Por otra parte, tener en cuenta elementos personales del aprendiz, permitirá saber qué necesita para llegar a la competencia meta que se pretende transferir; tanto sus experiencias previas, como sus estilos para aprender, el uso o manejo de estrategias de aprendizaje, las condiciones de formación de la educación pre-universitaria, la realidad socioeconómica que posee, los elementos vocacionales que le rodean, las condiciones físicas que posee, su proyecto de vida en general; son elementos claves para conocer el estatus del insumo que recibe la institución universitaria, y cuán lejos o cerca está del perfil profesional planteado como meta. Además es necesario saber cuáles de estos elementos se constituyen en catalizadores o retardantes de la acción formativa del ser que se pretende formar, para que tal como lo mencionan Schmal y Ruiz-Tagle (2009: 298), la institución universitaria “se haga cargo de los déficits formativos y en aquellos casos en que fuera necesario establezca actividades de formación remediales”, para contribuir con la formación de ese profesional integral que se desea. 3.3 Evaluación del modelo Esta primera fase de la investigación se enfocó en presentar el producto de reflexiones preliminares acerca de la relación entre la empresa, la universidad y la formación basada en competencias, abordada desde una perspectiva sistémica, y se convierte en el punto de partida para el inicio de una segunda fase donde el modelo propuesto será validado en varias etapas, la primera de ellas a través de una evaluación simulada por expertos relacionados con la temática. De esta manera se pretende una revisión detallada de las métricas o variables que surgen de las características del modelo, las cuales serán estudiadas según su relevancia o importancia para el mismo y su viabilidad o posibilidad de ser evaluadas en la realidad, con la finalidad de refinar los aspectos presentados y llegar a la selección definitiva de las variables objeto de estudio como producto de un feedback o realimentación del sistema. 4. Conclusiones Este modelo sin duda alguna exige una comunicación eficaz entre las instituciones de educación universitaria, centros de investigación, sector productivo y sociedad en general, donde se articulen propuestas a través de encuentros, mesas de trabajo, proyectos y reuniones de carácter informativo y formativo, que permitan comprender el quehacer universitario y su vinculación exitosa con el sector productivo en cuanto a la formación de los profesionales que ambos esperan. A manera de cierre o conclusión de esta propuesta, se plantean las siguientes realidades que enmarcan la formación basada en competencias y que surgen producto de reflexiones preliminares. La aplicación de este modelo basado en competencias, en las organizaciones para la formación de sus empleados, posibilita según Cejas (2006), que se puedan construir bases con solidez para el desarrollo de políticas de empleo idóneas y ajustadas a las necesidades de las empresas y al desempeño de sus trabajadores, y mientras los profesionales que ocupan los puestos de trabajo estén formados bajo este enfoque, será más factible la gestión empresarial del capital humano dentro de las organizaciones, puesto que los mismos estarán más dispuestos a desarrollar nuevas competencias, contribuir con el desarrollo de sus habilidades sociales y con el desempeño de la organización y comunidad a la que pertenezcan. Uno de los aspectos a considerar es el sentido que se le otorga a las metodologías de enseñanza y aprendizaje en la formación por competencias, entre las que se encuentran los casos prácticos, proyectos, aprendizaje en grupos cooperativos y pasantías, en donde una vez más la función de las empresas es relevante, tal como lo proponen Schmal y Ruiz-Tagle (2009: 298), quienes señalan que “en la constante interacción con ellas, mediante la realización de casos, proyectos y prácticas, los estudiantes ponen en práctica el saber, desarrollan el saber hacer y adquieren el saber ser de las competencias”. Se revela la importancia de hacer énfasis en una formación con mayor contenido social, el cual es un factor esencial en la formación por competencias, no es un solo saber hacer, sino un saber convivir y contribuir con el desarrollo de los demás; por lo tanto, es tan importante la transferencia de competencias genéricas como profesionales, de un sector a otro. Durán y Aponte (2009: 2) señalan que ligado a la esperanza que la sociedad en general ha derivado sobre la educación universitaria, se hace cada vez más necesaria la revisión y estructuración de los perfiles profesionales y planes de estudio, para ser adaptados en sintonía con la formación de “profesionales integrales, capacitados conceptual, procedimental y actitudinalmente para el ejercicio de una profesión que no le dé la espalda a la sociedad que la rodea”. Para finalizar, la vinculación universidad, empresa y competencias hace posible pensar en un modelo de formación dinámico y cambiante, con posibilidades de adaptarse al contexto educativo, social y empresarial en el que se dé, pero no representa una fórmula mágica de éxito para el desarrollo económico y social de las naciones, sino una manera integral y sistémica de educar y formar el capital humano y, citando la propuesta de Bernal (2009), la formación humana no es fácil ni existe un modelo prefabricado para hacerlo, sino que cada institución, organización o nación encontrará la forma más apropiada de hacerlo. El modelo sistémico para la transferencia de competencias es una propuesta que pretende despertar esa “chispa” que invita a reflexionar acerca de las metodologías actuales usadas para formar profesionales, en todos aquellos que de alguna forma están relacionados con ellas, tal vez con ánimos de inquietar a los que han adoptado la formación por competencias como una forma de ponerle nuevo nombre a viejas cosas, o en aquellos que lo ven como una forma de suplir las deficiencias en la formación universitaria toda vez que los egresados comienzan a ocupar puestos de trabajo en las organizaciones; todo esto con la idea de mostrar un plano más amplio de lo que involucra este proceso, con el propósito de ser mejorado e incluir aquellos elementos que aún no hayan sido considerados. Bibliografía AZNAR, P. y ULL, M. La formación de competencias básicas para el desarrollo sostenible: el papel de la Universidad. 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Vol.:03 |
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Recibido el: 17-07-2011 ; Aprobado el: 24-07-2011 |
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URL http://www.gestuniv.com.ar/gu_03/v3n3a3.htm |